Y cuando hoy voy a comprar una bobina de hilo, hablando de una cosa pasamos a otra, le pregunto por calcetines de fibras naturales, lana, algodón, porque con la entrada en la pubertad a mi hija le suda el pie y las axilas, y me recomienda, con pasión y argumentos, productos naturales. Piedra de alumbre para axilas y unos polvos naturales formulados por su farmacéutica. Y me aconseja que se dé solo productos 100% naturales, que nada más entre en contacto con su piel. Y me informa de que los desodorantes convencionales contienen sustancias tóxicas que le pueden hacer daño, que tienen aluminio, y me explica cómo usar la piedra, que la moje en agua, y que dura años.
Yo atiendo su exposición, la misma que hace años no doy a nadie, porque me cansé de que me mirasen callados con cara de pensar “pobre ecologista rara y exagerada” o me discutieran defendiendo los productos de cosmética convencional, “que además son mucho más baratos”.
Me encanta, casi no me lo creo, pero parece que sí, que ha calado, y en todos los grupos de edad, el mensaje de que la salud se mantiene usando productos naturales también para la piel.
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